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Trasladamos huevos de cocodrilo para garantizar la conservación de la especie

Trasladamos huevos de cocodrilo de su nido a nuestro vivero para protegerlos hasta que nazcan y luego regresarlos a su lugar. Esta es una de las acciones de conservación que realizamos en nuestras áreas naturales protegidas como parte del Programa Nacional de Conservación de Cocodrilo y Caimán que desarrollamos en el Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales (MARN).

Nuestros guardarrecursos se encargan de identificar los lugares de anidación, siguiendo las pistas que estos reptiles dejan a la hora de ir a poner sus huevos. Las hembras cavan en la arena hasta lograr una profundidad de 45 centímetros, sin embargo estos huevos fueron encontrados a una profundidad entre 35 y 40, algo inusual según la experiencia de monitoreo de nidos de nuestros equipos.

“Ahora están dejando los huevos más superficiales. Tenemos la hipótesis de que la época lluviosa será intensa, la hembra ha dejado los huevos en menor profundidad porque quizá necesitarán más calor, más temperatura. Eso es algo que nos ha llamado la atención, es el primer año que vemos este comportamiento”, comentaron los guardarrecursos.

Otro dato curioso es la forma del nido. “Por lo general, la hembra lo construye con forma de cántaro y en esta ocasión lo ha hecho similar al de iguana, ha depositado los huevos en una recámara al extremo de la cavidad”, describen.

Luego de depositar los huevos, los cubren hasta ocultarlos. Se retiran del lugar y regresan hasta cuando se aproxima el momento de eclosión, que es aproximadamente luego de 75 días de incubación, según las condiciones del ambiente y en especial de la lluvia.

En ese lapso, nuestro equipo llega a medir la profundidad a la que se encuentran los huevos, los saca, los cuenta y mide su tamaño con un escalímetro. Se debe llevar parte de la arena que los rodea para acondicionarlos y trasladarlos cuidadosamente en una cubeta, pues el camino no solo es por tierra sino también por agua.

Una especie que presta importantes servicios ecosistémicos

Estos reptiles prehistóricos que tuvieron su origen hace 240 millones de años promueven la riqueza de especies, se asocian con el funcionamiento de los ecosistemas y participan en el reciclaje de materia. Son capaces de moldear, no solo la dinámica de los cuerpos de agua, sino las redes tróficas y, por tanto, traer cambios significativos en los ecosistemas acuáticos.

Contribuyen a mantener el flujo hídrico de los canales en los manglares y crean pozas donde se reproducen peces y camarones. También consumen especies que han muerto por causa natural, por lo que evitan problemas de proliferación de bacterias en el ecosistema.

Los cocodrilos y caimanes están rodeados de varios estigmas. Muchas personas les tienen temor y los consideran una amenaza, por lo que buscan los nidos para sacar los huevos y quebrarlos, una forma de acabar con la especie. Otras personas extraen los huevos y los consumen como alimento, porque les atribuyen propiedades afrodisíacas.

Algunos se dan a la tarea de vigilar el momento de eclosión, juntan hojarasca y la queman sobre el nido ocasionando la pérdida de todas las crías.

“El propósito de la reubicación de los huevos es garantizar el 100% de la eclosión. Las crías son regresadas al nido para que se las pueda llevar la hembra, que permanece en la zona de anidación por varios días mientras nacen”, agregan los guardarrecursos.